La navidad es una
de las principales celebraciones del catolicismo, pero en verdad, como la
mayoría de las fiestas católicas, corresponde a conmemoraciones tradicionales
que existían desde siempre en la mayoría de las culturas. Estas culturas tenían
una profunda conexión con la naturaleza y sus ciclos. Celebraban los
solsticios, equinoccios, el tiempo de la cosecha, los cambios de luna, sabían el
efecto que tenían sobre la tierra y las personas.
Actualmente
vivimos desconectados de los ciclos naturales de la vida y las fiestas
adquieren un carácter comercial, desprovistas de la sabiduría que nos puede
llenar de sentido.
En el inicio del cristianismo,
la iglesia buscando sincretismo de sus rituales con los tradicionales, para ser
aceptada, transformó las fiestas que ya existían en sus propias fiestas. El día
25 de diciembre en el calendario Juliano corresponde al día 21 en el calendario
Gregoriano. Cuando hubo el cambio del calendario Juliano para el Gregoriano se mantuvo el día 25 como
fecha para festejar el nacimiento de Cristo.
El día 21 de diciembre corresponde
en el hemisferio norte al día más corto del año, cuando el sol alcanza el máximo
distanciamiento e por ello reinicia su camino de vuelta. O sea, la luz vuelve,
aun que no sea visible y que por delante haya un largo invierno. Así como
Cristo, cuyo nacimiento representa la vuelta de la luz a la tierra después de
un largo periodo de oscuridad.
En el hemisferio sur tenemos lo opuesto, es el
día más largo del año, el sol en su punto más radiante. Por ello en el hemisferio
sur la navidad en verdad corresponde a la fiesta de San Juan, el 24 de Junio,
cuando la luz vuelve en el solsticio de invierno: el nuevo ciclo aun invisible
naciendo en la profundidad y que se manifestará en la primavera o verano
by Maria Soledad
Foto: Steven DaLuz
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